Cuando Carlos decidió dedicar su vida a la pintura, ya había cumplido más de 40 años, y aunque la estabilidad que le daba su profesión de ingeniero le resultaba gratificante, abandonó la multinacional en la que trabajaba para dedicarse a una carrera artística donde ya acumula más de 25 años de experiencia.
El artista confiesa que una de las claves para sostenerse en activo durante tanto tiempo, es el apoyo familiar, un apoyo que ha sentido desde el primer momento y que le ha servido para reforzar la confianza en su trabajo y cosechar premios y méritos en diferentes partes de España.
Entre sus referentes artísticos, destaca al italiano Giorgio Morandi, pero recuerda con especial cariño a su primo Luis, un pintor abstracto que, a su regreso de Londres, sorprendió al pequeño Carlos, de 14 años, con grandes habilidades artísticas, mostrándole las inmensas posibilidades que existían en esta profesión.
Sin embargo, aunque en sus inicios fueron dentro de la pintura abstracta, pronto descubrió que el arte figurativo cubría mejor sus expectativas, aunque no deja de recordar aquellos momentos entrañables en el taller de su primo.
Como sus inicios fueron tardíos, puso en practica los conocimientos empresariales adquiridos y empezó a estudiar a la competencia, fue así como determinó que no había artistas que se dedicaran a la pintura en gris. Al elegir este camino, no le costó demasiado ser reconocido como “El pintor de los grises”.
Sobre la etapa por la que atraviesa actualmente, Carlos asegura que vive una etapa en la que explora todas las posibilidades que ofrecen los bodegones, y señala que después de haber pasado por una etapa abstracta y una figurativa, la figuración, en especial los retratos, siempre serán sus temas favoritos. Además, reconoce que los proyectos en los que trabaja podrían ser los últimos, por lo que busca la manera de dejarlos incompletos evitando la nostalgia de abandonar la pintura gris.
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